8 jul 2012

Vestal

Estaba viendo una película, no importa de que, en la que una escena me trajo grandes recuerdos, recuerdos de sensaciones… En el pedacito de película un chico (muy tímido) y una chica (un tanto mas aguerrida) se disponían a bailar, ella pone sus manos en los hombros de muchacho y él, un tanto torpe, hace lo mismo, ella coqueta menea los hombros para que las manos del varón resbalasen hasta su cintura…

No importa de quien o cuantas, pero vino a mí la sensación de que nada es mejor que posar las manos sobre la cintura de una mujer, sin importar el tipo de cintura, ya sean anchas, de torso recto, con forma de guitarra o la que se nos pueda ocurrir, ya que es la cintura de la persona que en esos momentos más deseas y la que estás dispuesto a adorar. Triste y desabrida seria mi historia si este corazón estuviera prostituido al mundo y se vendiera a cualquier deseo de cumplir un banal placer, pero no es el caso…

Aunque aún espero realizarme como hijo de Júpiter para recibir a la hija de Venus, estas sensaciones que llegaron a mí al ver esta imagen me hicieron pensar en lo maravillosa que es nuestra naturaleza al crear tan hermoso templo de adoración, al imaginar y dar forma a tan potente representación divina, al tallar sobre el aire el cuerpo femenino.

Tan simétrico y perfecto, despertador de amores y fuego interno, de pasiones y conflictos… Fino rostro que expresa ternura y delicadeza, cabello largo para la pureza, voz dulce para el adormecimiento, labios que provocan el deseo… Delgada espalda, para ser enlazada, de la que despiertan dos rayos de medio día para dar calor, manos finas que acarician y jamás castigan… Un pecho fuerte en que sobresalen don gotas de agua, caderas curvas que expresan el peligro y el cuidado que se debe tener al recorrer tales caminos, en ti hermosa mujer yace una copa, un cáliz, un laboratorio capaz de crear vida, de crear como crean los Dioses… Para darte estabilidad gruesas raíces te afirmar en la tierra, fuertes para jamás caer y delicadas parar ser deliciosamente acariciadas… Hermosísima creación vestida del más suave y perfumado material, eres la guarida de hombre amorosos y tiernos, que son capases de mostrarse inocentes ente ti…

Tan digno de adoración y a la vez tan fácil de profanar… 

 Dame Padre entonces conciencia para verlas como una obra maravillosa de tu creación y no como objeto de pasiones y satisfacción… Dale Padre, también, a cada una de ellas compresión para amarse y respetarse tanto como ha de hacerlo el hombre que cada una de ellas espera en secreto…

  

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