No es
mi fin autocompadecerme…
Hace un
año atrás desperté en la camilla de un hospital… y aunque hoy tres semanas
pasan en un abrir y cerrar de ojos, aquellas pasaron en una eternidad… Vivir
esa parte fue la respuesta a mis peticiones de despertar, de aprender, de
crecer… Descubrí tantas cosas que a fin de cuentas olvidé pero que están ocultas
el telón de la inconciencia… Cosas como que el orgullo y la vanidad son dos
grandes mentiras…
Que la paciencia tiene valor cuando se siente uno a punto de
explotar… Que el valor es afrontar miedos y no estar ausente de ellos… Que una sonrisa
tiene sentido cuando se regala en la
adversidad, cuando no hay motivos para reír…
Lizandro,
Pablito, Don Pedro, primo Mora, Daniela, Vanesa… Mi madre, mi padre, mi hermano, mi familia,
mis amigos… la máquina que me dejaba respirar…
Quien diría
que por esto te encontraría en el hospital… que lo intentaríamos de nuevo… que
no te gustaría lo mi religión… que la dejaría por ti… que me alejara de Él… que
diera paso a todos mis impulsos… que la embarraría tanto… que dejara de
escuchar mi conciencia y mi corazón… Quien me vio poeta, hermoso, bondadoso y
espiritual… y hoy bruto, estúpido y feo…
Extraño
esas tres semanas y ese sentimiento de fortaleza al mirar lo ojos de mi madre y
decir “Todo está bien” …
Pero la
vida es para crecer y todo esto es para crecer…
Ahora
debo volver…
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